Tanto me gritaron,
que las fotos escondí,
porque veían lo que me “sobraba”
y no lo que tenía por decir.
Tanto me gritaron,
que me hice de papel,
y esos centímetros dolían tanto,
que en el inodoro los maté.
Tanto me gritaron,
que mi apellidó hasta negué,
por no ser lo que ellos querían,
de una niña a sus diez.
Tanto me gritaron,
pero yo también grité,
grito,
gritaré,
que esta soy,
esta seré.
Por Gabriela Delgado